“El porvenir es siempre del inconsciente”. J. Szpilka
Una persona llega a la consulta porque siente que la posibilidad de ver realizados sus sueños se desvanece. En ocasiones el miedo a no conseguir lo que se desea es tan insoportable que hace que la persona olvide (reprima) que alguna vez tuvo deseos.
El aplanamiento afectivo, la depresión y la abulia constituyen variantes en que la frustración adquiere los tintes melancólicos de una renuncia definitiva. Así, frente a la angustia que le produce al sujeto saber que no puede lo que cree que quiere, elige -como en la fábula de Esopo de la zorra y las uvas- creer que no quiere nada, aun al precio de no sentir nada, ni lo bueno ni lo malo.
Sabemos que en circunstancias de esta índole nuestro trabajo consiste en ayudar a que la persona recupere paulatinamente la esperanza y la confianza (en sí misma y en los demás) a fin de que se ponga a trabajar para procurar aquello que de sus sueños sea posible conseguir.
Así pues, en el tramo del camino que la vida nos lleve a transitar juntos, el paciente verá y aceptará -en mayor o menor grado- que es cierto que hay cosas que creía posible y no ha logrado; pero también será capaz de tener en cuenta el hecho insoslayable de que, sin habérselo propuesto de manera consciente, ha construido muchas otras cosas valiosas. Y si vamos a ser implacables en el juicio –vale decir: excesivamente rigurosos- allí, en esas cosas, también está ella, también está él.
Porque lo importante en la vida no es conseguir todo lo que uno se propone como si estuviera, obsesivamente, tachando pendientes de una lista. Lo importante es, en primer lugar, tener hacia dónde ir (recordemos, a este respecto, las sabias palabras de F. Nietzsche: “para quien no sabe hacia dónde va no existen vientos favorables”) y, una vez que nos encaminamos en esa dirección (acompañados por el temperamento que nos sujete firmemente la mano y nos haga dudar lo menos posible) ser capaces de contar con la suficiente inteligencia, sensibilidad y benevolencia con nosotros mismos para disfrutar de las vistas y aprender en el camino.
John Lennon plantea que “la vida es eso que te sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes”. El historietista argentino Quino, haciendo hablar a Felipe en su célebre tira Mafalda, se pregunta: – El sentido de la vida, ¿es doble mano? [1] Un psicoanalista responde: -¡Por supuesto que sí! Allí, en ese otro sentido, inconsciente -no reconocido- de la vida, ese que inesperadamente nos acerca a un otro y nos muestra, a partir de ese encuentro, una mejor versión de nosotros mismos, más noble, más enriquecida, más valiente… en ese “otro sentido” que Quino y su humor retratan tan bien, es que en tanto psicoanalistas estamos llamados a intervenir.
[1] En castellano ibérico esta expresión se entiende mejor formulada del siguiente modo: – El sentido de la vida ¿es de doble sentido?
Guillermo Miatello. Psicoanalista
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